Artesanía y Tecnología

El lado Huichol de Darth Vader según Álvaro Ortiz

El lado Huichol de Darth Vader según Álvaro Ortiz

«Hace cosa de un año decidí cambiar de vida. Fue a raíz de ver en Filmin el documental «Mañana». Quedé tan tocada que creé un grupo de Whatsapp con el mismo nombre. En él  compartimos información sobre cómo vivir de una manera más sana, para nosotros y para el planeta. Nuestra primera acción fue encargar cestas ecológicas en disfrutaverdura.com. El caso es que al cabo de un tiempo lo dejé porque a mi me gusta comer tomates todo el año y, total, el apartado orgánico del Carrefour de al lado de casa está muy bien. Todo empezó por la comida, pero lo que provocó en mi un giro radical fue una publicación de We Are Knitters en Instagram. ¡Pero si yo no les seguía! Había estado buscando en Google prendas realizadas artesanalmente, con materiales naturales y, de pronto, tenía en mis manos una maravillosa lana de alpaca 100% y estaba tejiendo mi primera bufanda. He de decir que tejer relaja muchísimo. Vamos muy estresados por la vida, con tanto móvil, tanta red social…  Le estoy cogiendo tanto gusto a crear mis propias prendas que he decidido abrir una tienda online. Lo que me da pereza es que a mi se me da fatal esto de los ordenadores. Creo que les tengo fobia y todo. Y lo de encargársela a otro… entre que mi economía no anda muy boyante y que los informáticos son tan raritos… Seguramente acabe dándome de alta en Etsy, que parece fácil y rápido. La tecnología nos está matando, nos roba el alma y acabará con nuestro planeta. ¡Volvamos a la artesanía! ¡Volvamos a la naturaleza!»

Vivimos en una especie de locura provocada por la necesidad de formar parte del grupo y por un imaginario colectivo construido sobre imágenes románticas enfrentadas a visiones apocalípticas.

Photo by Ruth Hazlewood on Unsplash

Artesanía: natural, vulnerable, con alma. (Photo by Ruth Hazlewood on Unsplash)

Tecnologia: fría, despiadada, sin corazón. (Terminator)

¿Quién puede no sentirse conmovido por estas imágenes? ¡Corre, artesanía, corre! Que el monstruo de la tecnología viene a comerte. ¡Huyamos todos! ¡Refugiémonos en el monte!

Mientras hago mi maleta rumbo a una casita en el campo sin wifi que he encontrado por Airbnb, me pongo a Jimi Hendrix a todo volumen en Spotify. Esa guitarra… esa guitarra eléctrica… Mmmm un momento, ¿de dónde salió esa guitarra?

¿Qué opinaría Jimi Hendrix de todo esto?

La guitarra eléctrica es un ejemplo perfecto sobre cómo la tecnología, lejos de destruir nuestra alma y nuestro planeta, sirve a la artesanía para hacernos vibrar.

¿Cómo nació este instrumento que revolucionó la historia de la música? Nació a partir de algo muy sincero: una necesidad. El sonido de la guitarra clásica no se escuchaba cuando se tocaba en una orquesta, en una Big Band. Era necesario amplificarlo.
Ya se conocían los principios físicos para la amplificación del sonido y fueron luthiers como Leo Fender quienes se pusieron manos a la obra. (Quiero saber más sobre la guitarra eléctrica)

Diagrama esquemático de una pastilla de guitarra. En él vemos los principios físicos en los que se basa esta tecnología.

Leo Fender: artesano luthier e inventor (Photo by Jon Sievert/Michael Ochs Archives/Getty Images)

Ahora le explicamos a Hendrix que a su guitarra eléctrica le falta alma

El ejemplo de la guitarra eléctrica me gusta especialmente porque levanta pasiones. Pero la tecnología siempre ha ido ligada a la artesanía. Telares, punzones, pinceles, ruecas, tornos, pigmentos… todo es tecnología. Todo son inventos de artesanos como solución a una necesidad. Después, quien tiene alma, les da la vida.

¿Estaremos sufriendo el síndrome del artista con éxito?

Hoy en día me da la sensación de que nos sentimos obligados a utilizar la tecnología venga a cuento o no. Unas veces lo hacemos incluyéndola en nuestros proyectos como un módulo extra que aparece al final del proceso: eh! se nos ha olvidado meterle tecnología! En estos casos corremos el peligro de que se convierta en un pegote con el que queremos demostrar que estamos al día, que somos modernos, que estamos abiertos…  Otras, utilizamos herramientas tecnológicas por pereza, no pudiendo hablarse ni siquiera de creatividad, y resultando algo repetitivo, blando, aburrido.

Cai Guo-Qiang

Cai Guo-Qiang no tiene ningún reparo en utilizar todo tipo de tecnología. Algunos le llaman arte, otros entretenimiento. Es lo que tiene contar con todos los recursos posibles. A partir del minuto 45 del documental «Una escalera al cielo», disponible en Netflix, hay una bonita reflexión sobre esto.

Siempre se dice que un artista pierde su alma cuando llega a cierto éxito con cierta edad. Contar con todos los medios posibles a su alcance, suele ser un duro golpe. La lucha le mantiene despierto. Tal vez sea esto lo que nos esté pasando. La tecnología nos rodea y tenemos tan fácil acceso a ella que sentimos que nos devora. Y sin embargo… ¿quién la entiende? ¿Cómo puedo utilizarla si me es tan ajena? ¿Es posible hoy en día ser artesano e inventor?

Divertirse y fallar. ¿Otra clave? La colaboración.

En una maravillosa entrevista que recomiendo encarecidamente, Álvaro Ortíz, el artesano que ha convertido a Darth Vader en un miembro de su pueblo indígena, dice:

«Afortunadamente mi vida colectiva ha sido un cúmulo de errores lo que traduzco en aprendizaje significativo. A través de este estilo de vida artística he entendido que la vida es perfectible gracias a los errores que se cometen y desde entonces, valoro más mis errores y mis aciertos me enseñan poco.»

Hay en este párrafo dos conceptos que interesan profundamente: la «vida colectiva» y el «valor del error».

Efectivamente, nos hemos especializado tanto que se hace imprescindible abordar proyectos en colaboración con otros. Tal vez la figura del artesano inventor sea a día de hoy difícil de conseguir. Pero, sobre todo, no es necesaria. La vida colectiva es enriquecedora. Relacionándome con otros seguramente perderé el control, no se llevará a cabo exactamente mi idea inicial. Y eso es bueno. Me abrirá a otras posibilidades y el factor sorpresa hará que se produzca lo inesperado. ¿Da miedo? Respira y diviértete.

Para que todo esto sea posible diseñadores, ingenieros y artesanos… cualquier persona en general, ha de sufrir la misma transformación: abrirse y compartir.

Las Manuelas. Un proyecto colaborativo en el que hemos aprendido a recuperar nuestro tiempo y buen humor.

Esta transformación está muy presente en el proyecto de Las Manuelas, liderado por el Movimiento Manuela Ramos e IED Rec. Se trata de un proyecto coral, entre Madrid y Perú, en el que artesanas, diseñadoras de moda y desarrolladoras se unen para crear una plataforma de diseño de prendas de punto online.

Por si aún quedaran dudas, os dejo con un vídeo realmente delicioso en el que Leah Buechley nos cuenta cómo desde el MIT están yendo en esta dirección.

Artesanía y tecnología, ¿jugamos? 😉